Los residuos se componen de materiales que ya no se necesitan y, por tanto, se desechan. Los residuos pueden clasificarse como sólidos o líquidos según su forma, y además se clasifican en residuos peligrosos y no peligrosos. Los residuos líquidos incluyen las aguas residuales municipales, la escorrentía de las aguas pluviales y el vertido de aguas residuales industriales.

Los residuos sólidos incluyen la basura doméstica, también llamada residuos sólidos urbanos (RSU), los residuos industriales -por ejemplo, los procedentes de la agricultura- y los residuos médicos y electrónicos.

El tratamiento de los residuos sólidos es un reto porque pueden contener uno o más contaminantes (que pueden incluir metales pesados, materiales explosivos e inflamables) y estos deben ser tratados antes de que los residuos puedan ser tratados.

¿Cuáles son los riesgos del gas?

Hay muchos procesos para convertir los residuos en energía, entre ellos, las plantas de biogás, la recogida de residuos, la piscina de lixiviados, la combustión y la recuperación de calor, el lavador de aire de escape y el pozo de cenizas. Todos estos procesos suponen riesgos de gas para quienes trabajan en estos entornos.

En una planta de biogás se produce biogás. Éste se forma cuando los materiales orgánicos, como los residuos agrícolas y alimentarios, son descompuestos por bacterias en un entorno con falta de oxígeno. Se trata de un proceso denominado digestión anaeróbica. Una vez capturado el biogás, puede utilizarse para producir calor y electricidad para motores, microturbinas y pilas de combustible. Evidentemente, el biogás tiene un alto contenido de metano, así como una cantidad considerable de H2S (sulfuro de hidrógeno), lo que genera múltiples y graves riesgos gaseosos. Además, existe un elevado riesgo de incendio y explosión, riesgos de espacios confinados, asfixia, agotamiento del oxígeno e intoxicación por gases (H2S, NH3). Los trabajadores de una planta de biogás deben disponer de detectores de gas personales que detecten y controlen los gases inflamables, el oxígeno y los gases tóxicos como el H2S y el CO.

En una recogida de basuras es habitual encontrar gas inflamable CH4 y gases tóxicos H2S, CO y NH3. Esto se debe a que los depósitos de basura se construyen a varios metros bajo tierra y los detectores de gas suelen estar montados en lo alto, lo que dificulta el mantenimiento y la calibración de dichos detectores. En muchos casos, un sistema de muestreo es una solución práctica, ya que las muestras de aire pueden llevarse a un lugar conveniente y medirse.

El lixiviado es un líquido que se escurre (lixivia) de una zona en la que se recogen los residuos, y los charcos de lixiviado presentan una serie de peligros de gas. Estos incluyen el riesgo de gas inflamable (riesgo de explosión), H2S (veneno, corrosión), amoníaco (veneno, corrosión), CO (veneno) y niveles adversos de oxígeno (asfixia). La piscina de lixiviados y los pasillos que conducen a la piscina de lixiviados requieren la supervisión de CH4 (metano), H2S, CO, NH3 (amoníaco), O2 y CO2. Deben colocarse varios detectores de gas a lo largo de las rutas que conducen a la piscina de lixiviados, con la salida conectada a paneles de control externos.

La combustión y la recuperación de calor requieren la detección de O2 y de los gases tóxicos SO2 (dióxido de azufre) y CO. Todos estos gases suponen una amenaza para quienes trabajan en zonas de calderas.

Otro proceso que se clasifica como riesgo de gas es un lavador de aire de escape. El proceso es peligroso porque los gases de combustión de la incineración son muy tóxicos. Esto se debe a que contiene contaminantes como NO2, SO2, HCl y dioxina. El NO2 (dióxido de nitrógeno) y el SO2 son importantes gases de efecto invernadero, mientras que el HCL y los dióxidos son perjudiciales para la salud humana

Además, las fosas de cenizas contienen gases tóxicos, así como el control del oxígeno, tanto a través del O2 como del CO.